Monday, November 26, 2012

HACIA UN NUEVO CONTRATO SOCIAL MUNDIAL BASADO EN LA JUSTICIA






HACIA UN NUEVO CONTRATO SOCIAL MUNDIAL BASADO EN LA JUSTICIA
















Alejandro Bendaña
Centro de Estudios Internacionales
Managua, Nicaragua


(Traducción del texto en ingles preparado para la sentado en la Conferencia del Premio Africano de Paz: del Conflicto a la Cooperación: Hacia un Nuevo Contrato Social por la Paz, Octubre, 2012)










El famoso economista John Maynard Keynes solía decir : “Cuando cambian los hechos, yo cambio de opinión. Y usted ¿qué hace?”

En efecto, los hechos mundiales están cambiando, lo cual exige interrogar opiniones pre-existentes sino también el paradigma para llegar a cambios tantos de opinión y de acción.  Nos permitimos sugerir un paradigma con tres componentes fundamentales e interconectados.

Lo que se necesita es un nuevo o renovado pacto mundial de justicia, basado en tres conceptos fundamentales.

PRIMERO – UN NUEVO CONTRATO ENTRE LO HUMANO Y LO AMBIENA

La crisis provocada por le calentamiento global esta a la vista.

Por si fuese necesario recabar mayor evidencia del cambio climático, los expertos en temas relacionados con el Ártico llegaron a la conclusión en el mes de septiembre que el colapso del hielo marino ya se inició y culminará en un periodo de cuatro años más[i].             

El Foro sobre Clima Vulnerable, celebrado también en septiembre con representantes de unos veinte países, nos recordó que hoy por hoy ocurren cinco millones de muertes todos los años a causa de la contaminación del aire, el hambre y las enfermedades, todo como resultado del cambio climático y las economías de uso intensivo del carbono.  Indicaron que, de seguir el actual ritmo de uso de combustibles fósiles,  el número de víctimas anuales será de unos seis millones de personas en el 2030 y serán los mas pobres que sufrirán esa descarga al calcular que mas del 90% de los muertos corresponderá a los llamados países en vías de desarrollo[ii].  

Lo increíble es que en algunos sectores no se quiere admitir lo innegable.  Por ejemplo un en la revista ultracapitalista Forbes se quejan del informe antes mencionado es que sólo describía los costos pero no hablaba de incentivos.  Asimismo, pero ahora desde un ángulo religioso, el nuevo presidente del subcomité del medio ambiente del Congreso de EE.UU., explicaba que el calentamiento global no puede considerarse un problema, puesto que en la biblia Dios le había prometido a Noé que no habría otra inundación.[iii] 

Si en el  paradigma existente caben tales perspectivas desde el poder, entonces en definitiva el recambio es fundamental y tiene que ser radical.  No obstante, con todo y nuestra insistencia en lo ‘nuevo’, existen pistas históricas radicadas en la sabiduría de mucho pueblos indígenas que hoy como ayer  insisten que la tierra no es algo que heredamos de nuestros ancestros, sino algo que tomamos prestado de nuestros hijos/as y sus hijos/as.

El nuev paradigma—otra visión del desarrollo--, rompe tanto con el régimen del capital como del marxismo clásico, ya que en ambos la producción y el consumo equivalen a progreso. Ahora se trata de ponerle freno a ambos, pero en particular a la producción y al consumo de los ricos, para los ricos y por los ricos.

Ya el paradigma nuevo se elabora a partir de los esfuerzos realizados por un movimiento mundial que trabaja para que se reconozca  lo que se viene llamando naturaleza, madre tierra o medio ambiente, como sujeto legal de derechos y por lo tanto, de leyes de cumplimiento obligatoria.

Los movimientos por los derechos de la madre tierra nos dicen que TODA la vida tiene derechos inherentes e inalienables; que el desarrollo humano sólo puede ser sostenible si las demandas sociales y las necesidades de la humanidad se encuentran en equilibrio con la necesidad de mantener la integridad, la salud y el funcionamiento de los sistemas naturales—como asunto de derecho. En otras palabras, lo que todavía hoy se tolera, debe considerarse un delito ¡también hoy!   

En los sistemas legales de la mayoría de países, la naturaleza termina siendo objeto y mercancía que se compra, vende y consume.  El marco jurídico existente tiende a permitir permite que los intereses consumos y de lucro prevalezcan sobre la naturaleza.  El resultado ecosistemas recargados y en proceso de colapso.  En otras palabras no hay equilibrio en el ecosistema, no hay equidad ni proporcionalidad entre los ‘derechos’ respectivos.

Un paso esencial para lograr un equilibrio sostenible es la creación de sistemas de pensamiento y de jurisprudencia en la que la naturaleza y los ciclos de su reproducción se vuelven como sujeto de derechos y no simplemente de protección. Se trata entonces no solo romper con la lógica y supremacía del capital, pero también con el antropocentrismo inherente en los sistemas legales actuales.  Reconocer, respetar y hacer respectar los derechos de la naturaleza.

No se trata de un castillo utópico en el aire. Hoy por hoy ya existen países con sistemas legales que incorporan los derechos de la naturaleza. Las nuevas Constituciones de Ecuador y Bolivia reconocen explícitamente a la Madre Tierra como portadora de derechos. Estas disposiciones y leyes constitucionales reconocen que las comunidades y ecosistemas naturales, al igual que los seres humanos, poseen un derecho fundamental e inalienable de existir, de ser protegidos y de prosperar como parte de un ‘bien vivir’, tanto de las personas como de la naturaleza.  Se obliga al Estado incluso a demandar compensaciones de parte de los violadores del ecosistema.

Las leyes que rigen los derechos de la naturaleza eliminan la autoridad de un propietario para interferir con el funcionamiento de los ecosistemas y las comunidades naturales existentes, que dependen de la propiedad en que están para poder existir y prosperar. Estas leyes no detienen el desarrollo, sino más bien exigen un verdadero desarrollo sostenible en que la propiedad obligatoriamente co-existe y aporta a la vitalidad del ecosistemas.[iv]

Sin duda, se trata de un cambio de paradigma. No sólo en el ámbito legal sino  también en términos sociales y políticos: un pacto social ya no solo entre el individuo y el Estado sino también con la Madre Tierra como tercera parte del contracto social sostenible. Aquí se hace un llamado a las sociedades (incluyendo las empresas) y a los Estados que como cuestión de derecho y no únicamente de persuasión, reconozcan explícita y legalmente los derechos de la naturaleza. La Declaración Universal de los Derechos Humanos del siglo XX, debe ahora ser parte inherente, inseparable e interdependiente de otra Declaración Universal abarcando los Derechos de la Naturaleza / Madre Tierra del siglo XXI, ambas de carácter vinculante, y que ésta también se traduzca en leyes de obligado cumplimiento.   

¿Tarea inmediata de los Estados en le marco inter-gubernamental? Apoyar a Bolivia y a otros países que encabezan estos esfuerzos en las Naciones Unidas. Bolivia se ha visto fustigada por los Estados Unidos y Gran Bretaña en los debates de la ONU sobre el clima a partir de su exigencia de que los países industrializados reduzcan drásticamente las emisiones de dióxido de carbono.  La amenaza del buen ejemplo: en la legislación boliviana ya se establecen once nuevos derechos de la naturaleza, entre los cuales están el derecho a la vida y la existencia; el derecho a la reproducción de sus ciclos y procesos vitales sin alteraciones causadas por seres humanos; al agua pura y aire limpio; al equilibrio; a no ser contaminado; y a que no se modifique o altere genéticamente su estructura celular. Actualmente se trabaja en el derecho de la naturaleza a “no verse afectada por megainfraestructuras y proyectos de desarrollo que perjudiquen el equilibrio de los ecosistemas y de las comunidades que los habitan”.

SEGUNDO FRENAR LA CONCENTRACION DEL PODERÍO FINANCIERO Y ECONÓMICO   PRIVADO TRANSNACIONAL

Desde la Revolución Francesa el pensamiento político en occidente ha sostenido básicamente que los Estados como entidades podían ser gobernados por los hombres (y más recientemente también por las mujeres) con el propósito de reflejar las demandas y responsabilidades de sus ciudadanos/as. Pero en Naciones Unidas circulan un documento propositivo que en esencia concede derechos, no a la naturaleza, sino al capital por encima de los derechos humanos.  La propuesta hace eco del pensar del reciente candidato a la presidencia de los Estados Unidos por el Partido Republicano, Mitt Romney, quien opinó “las corporaciones  son personas y también tienen derechos”. O bien el dictamen de Corte Suprema norteamericana otorgando que ha declarado que no se pueden limitar los “derecho de libre expresión” de las corporaciones y por ende del uso pagado de medios y propagandistas y hasta políticos profesionales en defensa de los grandes intereses de la banco y las grandes corporaciones.

Es decir los mismos conglomerados del capital financiero que impunemente provocaron y agravaron la recesión económica que vive el mundo están por recibir una luz verde para ‘trabajar’ a su antojo a nivel nacional e internacional.

Todavia algunos recordamos cuando los países del Sur y sus aliados trabajaban en Naciones Unidas en la reglamentación de las actividades de las empresas transnacionales. Incluso en algún momento, una agencia de la ONU se negó a aceptar donaciones de computadoras por parte de sus fabricantes globales, por temor a que ello pusiera en tela de juicio su objetividad.¡ Como cambian los tiempos! De manera que a la vez que banqueros en Nueva York o Londres o Zúrich enfrentan la posibilidad de ser enjuiciados por las acciones que llevaron al colapso financiero de 2008, la gran asamblea de gobiernos reunidos en la ONU se presta a liberar a las grandes corporaciones de su responsabilidad social.

¿Se requiere más evidencia para demostrar el impacto negativo que tiene la crisis global capitalista en los seres humanos y, por ende, en sus derechos? ¿Acaso no es obvio que los Estados individuales no han podido (o querido), en lo general, confrontar a los conglomerados financieros y comerciales no obstante la protesta de ciudadanos económicamente arruinados y desempleados? En realidad, no e culpa de la ONU que no hace mas que reflejar el paradigma dominante expresado por los estados miembros.  La responsabilidad también la tenemos nosotros como ciudadanos al no exigir en la definición de un nuevo marco de gobernabilidad global democrática que se imponga a la fuerza ideológica y material del mal denominado ‘libre mercado’.  Lejos de establecer un marco regulador, hemos permitido más bien un entorno global y nacional que tolera actos ilegítimos (pero lamentablemente no ilegales), la explotación de recursos que pertenecen a los pueblos y generaciones futuras.

Como ya lo han señalado varias organizaciones de derechos humanos, los corporaciones aunque actores supuestamente ‘privados’ tienen obligaciones legales muy ‘públicas’.[v]  En NN.UU. sin embargo dicha tesis resulta minoritaria.

Hace algunos años, el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas solicitó al Secretario General de las Naciones Unidas nombrar un Representante Especial para investigar la relación entre las grandes empresas y los derechos humanos.  El mandato del Representante Especial del Secretario General surgió en tanto los países ricos claves en el Consejo declararon no pertinente la consideración de un documento borrador titulado Normas y Responsabilidades de las Empresas Transnacionales y otras Empresas Comerciales en la esfera de los Derechos Humanos.         

El representante especial ahora presenta sus recomendaciones.  Las mismas fueron alabadas por entes como la Cámara Internacional del Comercio, pero causó una decepción profunda entre las organizaciones de la sociedad civil que trabajan en temas de derechos humanos, el medio ambiente y la construcción de la paz, en particular aquellos que desean limitar la masiva expansión de las empresas internacionales (incluyendo de seguridad privada).

El profesor David Bilchitz de la Universidad de Johannesburgo tiene una valoración pormenorizada y bien argumentada del informe de Ruggie, en la que introduce un argumento normativo sólido indicando como las obligaciones empresariales deben abarcar no sólo obligaciones ‘negativas’ para evitar causar daños sino también el ‘deber jurídico de cumplir’ con la obligación de contribuir activamente a la realización de los derechos fundamentales[vi]. Defensores de los derechos humanos dieron el ejemplo de las grandes firmas farmacéuticas tenían la obligación de apartar asuntos de patente para responder socialmente a las necesidades de personas afectadas por el VIH.  Se plantea en efecto que no basta que las empresas simplemente procuren evitar afectaciones negativas de los derechos humanos, sino que se pasara a la obligación de la promoción empresarial de los mismos, particularmente en materia ambiental y laboral.  La promoción obligatoria de los derechos económicos y sociales donde quiera que trabajaran dichas empresas—lo cual evidentemente no siempre calza con el precepto neoliberal de asegurar “el entorno favorable” para las inversiones y el aseguramiento de tasas altas de rentabilidad.

Que pedirle a nuestros gobiernos?  Incidir en el debate sobre el Informe Ruggie que tiene lugar en Naciones Unidas. Demandar la ampliación del mandato del relator del Consejo de Derechos Humanos y la especificación de las obligaciones de las transnacionales incluyendo la elaboración de principios guía al respecto.

TERCERO –  LA SUPREMACÍA DEL ESTADO DE DERECHO Y EL IMPERIO DE LA LEY BASADOS EN LA JUSTICIA       

Hasta ahora hemos argumentado a favor de un sistema de justicia serio y legalmente vinculante para regir el comportamiento humano y empresarial de cara al medio ambiente y los derechos humanos. Tendremos sin embargo que estar concientes del comportamiento real de los estados poderosos y el uso y desuso que hacen del derecho internacional.  Interpretan e inventan antojadiza de acuerdo a las coyunturas y necesidades.  Al punto que muchos preguntan si para algo sirve el estado de derecho proclamado cuano la ley, lejos de aplicarse parejamente, se utiliza solamente contra los débiles, dejando entonces de ser una salvaguarda contra la injusticia para tornarse en mecanismo de opresión.[vii]

Sin embargo, intelectos de la talla del historicador socialista E.P. Thompson defendió el ideal de un estado de derecho como un bien humano absoluto y la necesidad de emplearle inhibir el mal uso del poder. Argumentó que la historia indicaba que en aquellos lugares o situaciones en que la ley no servía a la humanidad, las personas luchaban por reemplazar las leyes injustas con un estado de derecho que fuera justo. Thompson vinculó la idea de comunidad moral al sostenimiento  de los derechos tradicionales de uso en contra de las leyes modernas de propiedad privada.[viii]                                       

Hoy día, es más pertinente que nunca la lucha para lograr ese estado de derecho verdaderamente moral aun cuando algunos han llegado a preguntar si vivimos en un sigle que desconoce la ilegalidad. Un columnista señalaba que preguntar si quiera si esto o aquella era legal, se volvia una pregunta necia. ¿La guerra en Libia fue legal? ¿Los ataques con aviones no tripulados y las listas de personas a ser asesinadas de manera selectiva son legales?¿Están protegidas las élites financieras, y se les da el derecho a realizar actos de corrupción legalizados y enriquecerse a más no poder mientras hay millones de desempleados? Estas son preguntas, no afirmaciones. Y aquellos que las plantean no son tontos, ni ingenuos, ni extremistas. En un artículo publicado en el New York Times, un ex presidente de los Estados Unidos escribió que “las políticas antiterroristas de nuestro gobierno violan claramente al menos 10 de los 30 artículos de la Declaración, incluyendo la prohibición de “tratamiento o castigo cruel, inhumano o degradante”.[ix]                     
     
La crisis ocasionada por la mala distribución de la riqueza global y la privatización de recursos que pertenecen a todo el planeta, las ambiciones políticas globales y los diseños de los países poderosos, y la pesadilla ambiental que nos depara, todas requieren instrumentos jurídicos renovados o nuevos; instrumentos jurídicos para llenar o, mejor todavía, transformar la gobernabilidad democrática. Aquí reside una gran paradoja global que toma la forma de dilemas nacionales y sociales y que exige resoluciones democráticas por un lado, y la renuencia a reformar la gobernabilidad global por otra.  Sera asunto de crear otra globalización que no este fundamentado en la desigualdad de derechos—entre países algunos países cuyos ciudadanos gozan de derecho y otros países no soberanos (‘frágiles’) que requieren tutela e intervención de parte de la OTAN o del FMI.
Es muy importante que los ciudadanos/as y los gobiernos se resistan a la OTANización de la gobernabilidad y del derecho, incluyendo la interpretación intervencionista del estado de derecho: la denominada doctrina de ‘responsabilidad de proteger’ que incluso se viene codificando en teoría y en la práctica. global, pacífica y democratizada. 
CONCLUSIÓN: LA TIERRA ES DEMASIADO GRANDE PARA FRACASAR 
De un lado poderosas fuerzas corporativas y actores político-militares; del otro, las sociedades a las que no se puede pedir simplemente que sean resistentes y vayan buscando cómo sobrevivir, o esperar que llegue algún salvador militar externo. Pero también otra conjugación posible: gobiernos conscientes con Naciones Unidas.  Todavía desigual a menos que elaboremos una estrategia donde convergen democráticamente personas, principalmente  los pobres y mujeres, con gobiernos, principalmente de los países pobres, para hacerle frente al reto del siglo XXI.  Con ello se establece la base política del nuevo pacto social entre los gobiernos y los pueblos con el organismo mundial. Solamente las democracias de alta  intensidad pueden cerrar las brechas de gobernabilidad democrática que existen a nivel internacional. 
Debe ser un camino propio.  En el Sur tenemos nuestras propias epistemologías y capacidad histórica para pensar por nosotros mismos y desarrollar nuestros propios paradigmas teóricos y políticos, en los que las necesidades de los mercados, y las de los estados orientados hacia los mercados, tanto en el norte como en el sur, pasan a un segundo plano, sin sacrificar las necesidades de las comunidades.  
Durante su reciente visita a África del Sur, el profesor Sousa Santos se unió a otros distinguidos académicos nacionales al declarar que las disciplinas en las universidades deben ser humanizadas al incluir epistemologías africanas: “Las universidades deben expandir los sistemas de conocimiento que consideren válidos en el currículo y que se ofrecen a los estudiantes. Hasta ahora las universidades han mostrado una gran dependencia del conocimiento moderno occidental, usualmente de índole científico”. Sousa Santos dijo que estos sistemas son de hecho válidos, pero añadió que por otro lado “si quiero ir a la luna, estoy claro de que necesito de conocimiento científico, pero si lo que me interesa es defender la biodiversidad de África, entonces lo que necesito son sistemas de conocimiento locales”.
Ha llegado el momento – el colapso financiero con sus repercusiones sociales se han traducido en altos niveles de conciencia criticas entre los jóvenes algunos en situación de abierta rebelión en países del Norte. Las concentración y distribución de la riqueza forma  parte de su agenda. La gente no entiende cómo los muy ricos pudieron beneficiarse de una póliza de seguro por parte de sus gobiernos ricos cuyos políticos aseguraban que la banca y empresas claves eran “demasiado grande para fracasar”, aun cuando la banca y las firmas de inversiones realizaron transacciones absurdamente riesgosas e ilegales que les rindieron enormes ganancias. Colapsa el sistema de ‘libre’ mercado pero se recurre al papá estado benefactor.    La ley los protegió.  Y para las victimas—las palabras escritas un mural durante la dictadura militar en Uruguay: “Nos quitaron la justicia y nos dejaron la ley…”
La construcción de paradigmas es un proceso histórico. Un patriota sudafricano Steve Biko,   dijo: “Un pueblo sin una historia positiva es como un vehículo sin máquina”. Biko lo que plantea es que el nuevo paradigma siempre  ha estado dentro está dentro de nosotros.
Nuestra historia, la historia del Sur es positiva. Encendamos esta máquina y pisemos el acelerador de esta gesta histórica por la justicia social a través de un nuevo pacto ecológico con la naturaleza.
                                                                                                           

           
      
 


              
   
       

    



[i] guardian.co.uk, lunes 17 de septiembre de 2012.
[v] Human Rights Watch, 2008.
[vi] David Bilchitz, The Ruggie Framework: An Adequate Rubric for Corporate Human Rights Obligations?  Sur, International Journal on Human Rights,
http://www.surjournal.org/eng/conteudos/getArtigo12.php?artigo=12,artigo_10.htm
[vii] En su libro reciente titulado With Liberty and Justice for Some: How the Law is Used to Destroy Equality and Protect the Powerful (Con libertad y justicia para algunos: como se utiliza la ley para destruir a la igualdad y proteger a los poderosos), Glen Grenwald documenta la existencia de un sistema de justicia de dos pisos en los Estados Unidos, en los que “las élites políticas y financieras están protegidas por una inmunidad casi absoluta contra su obligación de cumplir con la ley, aun cuando se descubre que han cometido delitos   gravísimos,  mientras que los ciudadanos/as comunes y corrientes se encuentran sujetos al estado penal más grande, severo e inmisericorde del mundo, por triviales que hayan sido sus ofensas. Como consecuencia, la ley ha sido completamente pervertida con relación a su intención original, que era la de garantizar igualdad en el campo de juego para impedir la desigualdad de resultados. Hoy día, se ha convertido en su antítesis: un arma utilizada por los más poderosos para proteger sus bienes mal habidos, fortalecer sus prerrogativas inmerecidas, y garantizar una creciente desigualdad de oportunidades … La ley como tal ostenta un tremendo poder. El alcance del sistema legal no tiene paralelo en el mundo, y pude despojar a las personas de su propiedad, libertad y aún la vida. Puede obligar a las personas a transferir sus bienes materiales a otros, impedir que realicen los planes que tengan, destruir sus reputaciones, recluirlos en jaulas e incluso inyectarlos con químicos letales. La aplicación desigual de la ley es por lo tanto no solamente injusto en teoría pero devastador en la práctica … Cuando la ley se utiliza solamente en contra de los más débiles, deja de ser una salvaguarda contra la injusticia y se vuelve una herramienta primaria de opresión”.          
[viii]http://www2.warwick.ac.uk/fac/soc/sociology/staff/emeritus/robertfine/home/teachingmaterial/humanrights/lecturepodcast/thompson_lecture.pdf
[ix]http://www.nytimes.com/2012/06/25/opinion/americas-shameful-human-rights-record.html?_r=0

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